Monumentalidad en la escultura


La profesión del artista siempre ha sido complicada, es todo lo contrario a un trabajo metódico, exige estar siempre atento a tu alrededor, abierto a nuevas ideas y a improvisar. Es una profesión sin horarios, nunca sabes cuándo puede llegarte la inspiración, por ello, estos profesionales suelen llevar con ellos una libreta y es común verles dibujar en casi cualquier lugar, si no, en servilletas, periódicos o cualquier papel que encuentren, así evitan que se les olvide.
En efecto, la idea es lo más importante y lo más difícil de conseguir, a su vez, lo menos valorado. “La técnica es lo de menos, el material es lo de menos, lo realmente importante es la idea.” Francisco Leiro, escultor español.
Y es que si la profesión de artista es complicada, la del escultor, bajo mi punto de vista lo es todavía más. Me explico, cuando acabas tu carrera de Bellas Artes, o no, y eres un artista autodidacta, y te dispones a sacar tu obra al mercado, el mayor problema es encontrar compradores. Poca gente invierte en arte, o por lo menos de continuo. En cuanto al arte plástico, la gente invierte en pintura, mucho menos en escultura, no porque sea mejor o peor, más o menos barata, sino porque tiene tres dimensiones. Esta característica no entra en nuestro programa de decoración de nuestros hogares, qué durante años hemos buscado que sean lo más limpios de geometrías y decoración posible. Además en casas pequeñas se entienden como un estorbo, puesto que ocupan un espacio mayor que el un cuadro. Por ello, la escultura ha quedado casi relegada a zonas exteriores, como plazas, y siempre para conmemorar algo.
Sin embargo hay artistas que arriesgan y consiguen el éxito, y este es el caso de escultores monumentales como Jaume Plensa, nacido en Barcelona, apenas es conocido en España, porque según él, su obra no acaba de encajar en la sociedad de este país, sin embargo es una celebridad en países como E.E.U.U. o Japón. Expone este otoño en el Reina Sofía y en el MACBA.
Para él, el arte es como la poesía “Espero que mi obra mande un mensaje de esperanza basado en la belleza. Me gusta trabajar en espacios públicos para gente que no lo ha pedido. Es una forma democrática de expandir lo esencial. Necesitamos que las cosas no tengan ninguna función, por eso admiro tanto a los poetas, que ofrecen contenidos sin retorno.”
Aunque empezó a trabajar con hierro forjado, pronto se pasó al fundido. “Ese magma rojo, líquido es para él como una acuarela”, aunque también son frecuentes dentro de su obra las transparencias. Su trabajo se centra e inspira, sobretodos en la figura humana y en los rostros de distintas sociedades, tanto femeninos como masculinos. Intenta con sus obras revindicar, entre otras cosas los derechos universales.




Sin embargo, quien es para mí el mejor escultor del S. XX, y aunque con Plensa solo comparta la monumentalidad de las obras, es Richad Serra, quién ha conseguido ser uno de los escultores más importantes del s.XX. 


Todos le conocemos por las colosales esculturas del Guggenheim de Bilbao -La materia del tiempo (The Matter of Time, 1994–2005). Cuando mis padres me llevaron por primera vez a este museo, fue la última sala que visitamos, y una de las exposiciones que han quedado grabadas en mi memoria, no sé cuánto tiempo pude estar recorriendo aquellos enormes volúmenes con mi hermana, en los que nos llegamos a perder. Escribiendo esto, me he dado cuenta como esa obra me atrapó, cuando yo apenas tenía siete u ocho años, me quedé impresionada. A la conclusión que he llegado, es que son las piezas que logran emocionar hasta al público infantil, quién normalmente no logra entender el arte, por ejemplo un cuadro de Goya, dejando atrás aspectos como desnudos que siempre son chocantes para este tipo de público.


Además Serra consiguió simplemente con formas orgánicas, minimalistas y un material muy rudo, como es el acero, crear belleza.
Hablando de niños, desde pequeño tenía una vocación creativa, desde los seis, siete años, en su casa se dieron cuenta de su talento, «Mi madre tuvo una gran influencia en mí en el tema del arte. Fue una persona que inculcó en mí la idea de que podía llegar a ser artista». ”, “Mi madre traía de la carnicería unos enormes rollos de papel rosáceo que yo desplegaba sobre el asfalto de la calle para dibujar en ellos. Allá donde fuéramos, me presentaba como su hijo el artista.”
Desde el principio realizó obras abstractas, pero de menores dimensiones, se basó en el movimiento conocido como “process art” donde: “Lo importante de esos primeros tiempos era el proceso creativo, no el resultado final.” Su obra se basó en cuatro principios a la hora de crear que eran: “to hurl, to spilt, to roll and to heap (arrojar, rajar, rodar y apilar).

El escultor siempre ha intentado realizar “land art”, es decir, unir la obra con su entorno y liberar a la escultura de los límites de este, algo que no vemos en la obra expuesta en Bilbao, que la encontramos dentro de una sala.


Serra siempre ha tenido una fuerte conexión con España, pues su padre es español, me llamó la atención una parte de una entrevista, en la que hablaba de las distintas visitas que había hecho al país, y una de ellas le marcó. Fue a conocer el Museo del Prado y allí sintió que algo había cambiado en él,  “Viendo la obra de Velázquez me di cuenta de que quería explorar la relación entre objeto y sujeto. Quería colocar el sujeto en la percepción del movimiento de quién ve la obra. Ése fue el mayor descubrimiento de mi vida”.
Aunque sea escultor, ha seguido dibujando, pero en contra a lo que todos pensamos, no lo utiliza como bocetos, si no como un arte autónomo, que no le gusta mezclar con la escultura. Los bocetos los sustituye por maquetas que siempre realiza a escala 1:50. “El dibujo es una actividad mucho más íntima que la escultura. La respuesta entre lo que haces lo que obtienes con eso que haces gana en rapidez y tiene mucho que ver con la conciencia de tus actos. Mis dibujos no imponen nada, ni pretenden ser una representación. No quiero que sirvan de metáfora, o evoquen algo preexistente. Su cometido es refutar el lenguaje sabiendo que eso es imposible; todo lo interpretamos a través de él. Es esa en definitiva la función última de la abstracción: desmentir las lecturas superficiales. Para mí, el dibujo es una rutina diaria, un sitio al que acudo en busca de alimento”.

A la pintura de Jackson Pollock me recordaron algunas de sus esculturas que realizó arrojando plomo derretido contra una pared y contra el suelo, para que el metal se estrellara antes de que solidificara. Y quién sabe si se inspiró en este pintor americano, aunque se ante pondría a sus valores de que un buen artista es aquel que obedece a sus instintos. Eso sí, en común tienen que, como dice Serra “El mejor  arte es intrínsecamente inútil, y cuanto más inútil, mejor resistirá al tiempo.”



Para finalizar me gustaría hablar brevemente del mencionado Pollock, creador, dentro de la tendencia del expresionismo americano, del dripping, es decir, el colocaba en el suelo el lienzo y simplemente sobre él dejaba gotear la pintura.


Algunos lo aman, y otros lo detestan, diciendo que eso no es arte y cualquier es capaz de hacerlo, sí cierto es que hasta un niño es capaz de dejar pintura caer, e incluso puedes hacerlo sin querer, él mismo afirma que no sabía dibujar bien, pero que amaba el arte. Y de eso no hay duda, aunque sea dejar salpicar un lienzo hay que tener una sensibilidad especial para saber combinar los colores, y visualizar la disposición de la obra antes de realizarla. Quién sabe, igual me estoy equivocando y lo hacía todo al azar y consiguió el éxito, que fue arrebatado muy pronto, a la edad de 44 años, en un accidente de tráfico causa del alcoholismo que sufría. Pero algo de lo que sus compatriotas están muy orgullosos, es que consiguió crear el primer estilo 100% americano.



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