Precedentes romanos
En la mayoría de las viviendas de hoy en día, las
habitaciones están revestidas con pintura, pero son colores planos, sin
matices, sin contrastes entre unos y otros ni decoración o dibujos realizados
con dicha pintura.
Sin embargo en la Antigua Roma era muy común utilizar la
pintura para crear imágenes decorativas en las paredes, imitar materiales como
piedras nobles, por ejemplo el mármol, o intentar lograr una perforación visual
de los muros utilizando las perfectivas. Esta última práctica se clasifica en
los estilos “Segundo o arquitectónico” y el “tercero u ornamental”.
Muy similares son los murales arquitectónicos que la artista
Elvira Solana acaba de realizar en una vivienda en Madrid construida en su día
por el arquitecto Julio Cano Lasso. Consigue transformar a través de las
perfectivas de paisajes mediterráneos inventados, el espacio real de 350 m² en
uno de 10.000 m². “Esos 10.000 metros cuadrados existen, porque les puedes ver
a través de las ventanas. No puedes caminar por ellos pero los puedes recorrer.”
Para ella este tipo de prácticas “Son ventanas a paisajes
inventados, juegos ópticos que alteran las dimensiones. Transforman la
percepción y las cualidades de un espacio, son también arquitectura.”
Personalmente, algunos de ellos me recuerdan a las formas
rectas y solitarias y donde prima la perspectiva de la oba de Giorgio de Chirico.
Al igual que Elvira, este artista mostraba arquitectura mediterránea,
sobretodo italiana y griega, por ello suelen verse formas clásicas. Ambos
utilizan en sus tranquilos espacios, una luz muy similar, con unas sombras muy
marcas, que nos conducen a lo irreal.
Retomando la pintura mural romana, uno de los más preciados
ejemplos lo encontramos en el Palacio de Livia o Villa de PrimaPorta, que como
su nombre indica corresponde a la antigua villa romana de Livia Drusilla,
esposa del emperador Augusto, situada en el Valle del Tiber en Roma.
En este caso la pintura a destacar son los frescos decorados
con un jardín donde todas las plantas y árboles florecen y dan fruto a la vez.
Sin embargo, ya no se encuentran en el Palacio, sin no que en 1951 fueron
trasladados al Palazzo Massimo.
Este palacio fue construido entre 1883 y 1886 por el último
descendiente de la familia de los Massimo, el sacerdote jesuita Massimiliano
Massimo, por esta razón hasta 1960 ha sido el colegio jesuita de Roma donde ha
estudiado la más alta burguesía de la cuidad.
El arquitecto encargado de la obra fue Camillo
Pistrucci, quien realizó también
edificios como la Casa Pisoni, el Hospital del Pio Soledizo dei Fornai o el
Palazzo Venezia.
Hoy en día es una de las cinco sedes del Museo Nazzionale
Romano, el cual contiene una de las mejores y únicas colecciones de fresco y
mosaicos romanos.
Quizás estos frescos inspirados en la naturaleza fueron una
fuente de inspiración para la astista francesa Claire Basler, lo que está claro
es que fueron un precedente de su obra.
Hace unos años adquirió el castillo Château de Beauvoir del siglo XIII,
situado entre Limoges y Lyon.
Rodeado de bosque y campo cuenta con 3.000 m² y 32 hetareas
de terreno, donde se encuentran sus talleres situados en el invernadero y en
los antiguos establos.
Inspirándose en las distintas flores y plantas que crecen en
su jardín en las distintas temporadas del año, margaritas, girasoles, anémonas…,
plasma su obra sobre todo en los planos verticales del interior de la vivienda,
en telas, pero también en biombos, cerámicas e incluso sobre papel.
Aunque el hilo conductor de la decoración de esta vivienda
sean los murales, y utilice siempre la misma paleta, un verde, un blanco, dos
rojos, dos azules y tres ocres, ha conseguido que cada habitación tenga un tema
diferente. “Me gustan particularmente los azules, grises y los tonos fríos,
destacan la fragilidad”.
Claire desde hace tiempo buscaba un espacio donde pudiese
eliminar los límites entre lo interior y lo exterior “Con doce años, visitando
el Palacio de Papel de Avigñon, me emocioné al encontrarme con una sala pintada
entera. ¡Estaba dentro de la pintura!”.
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